La FIV más que un procedimiento médico, es un anhelo, una luz al final del túnel, para aquellas mujeres que desean tener hijos, pero por una u otra razón no pueden. Luego de tener que pasar por diversos procedimientos para tratar la infertilidad, si la mujer no puede quedar embarazada, sólo queda una opción: la fecundación in vitro.

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Con una sonrisa en su rostro y amor en su mirada, Rebecca Cortés, de 42 años, observa a su hija: María Pía Azofeifa Cortés quién está por cumplir tres. María Pía es una niña FIV y Rebecca cuenta como someterse a dicho procedimiento médico fue una de las mejores decisiones de su vida.

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Según Rebecca, se casó “vieja”, a los 38 años con su actual esposo Luis Azofeifa. Casi inmediatamente después quedó embarazada, pero sufrió un aborto espontáneo. Una tragedia que ella describe como dura pero que nunca le hizo bajar la cabeza ni desistir en su sueño de ser madre.

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Por ello, seis meses después de la pérdida, Rebecca y su esposo decidieron intentarlo de nuevo, sin embargo después de múltiples esfuerzos no tenían resultados. Ella acudió al doctor y se dio cuenta que tenía un problema en el útero y sus trompas de Falopio estaban cerradas, es decir, que por más medicamentos o inseminaciones artificiales(hipervínculo a una página con un artículo que explica que son) que intentará no iba a quedar embarazada.

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Por lo que Rebecca vio en la técnica FIV su única opción para convertirse en mamá.